domingo, 26 de agosto de 2012

Ordinario de la Santa Misa Tridentina (Parte 3)


CANON DE LA MISA

Plegaria por la Iglesia

El Celebrante, levantando los brazos y los ojos hacia el Crucifijo, como para acercárselo más a Cristo y mejor identificar el Calvario con el Altar, reza profundamente inclinado y en silencio:

Te igitur, clementissime Pater, per Jesum Christum Filium tuum Dominum nostrum, supplices rogamus ac petimus, uti accepta habeas, et benedicas, haec U dona, haec U munera, haec U sancta sacrificia illibata, in primis, quae tibi offerimus pro Ecclesia tua sancta catholica: quam pacificare, custodire, adunare, et regere digneris toto orbe terrarum: unacum famulo tuo Papa nostro N. et Antistite nostro N. et omnibus orthodoxis, atque cattholicae et Apostolicae fidei cultoribus.
Te pedimos, pues, y humildemente te rogamos, oh Padre clementísimo, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que recibas y bendigas estos U dones, estas U ofrendas y estos U santos y puros sacrificios; que te ofrecemos, en primer lugar, por tu Santa Iglesia católica, para que te dignes darle la paz, guardarla, unificarla, y gobernarla en toda la redondez de la tierra, juntamente con tu ciervo el Papa N., nuestro Prelado N., y todos los que profesan la verdadera fe católica y apostólica.

"Memento" de los vivos

El Celebrante extiende y junta las manos mirando al Crucifijo, reza las primeras palabras de la siguiente oración (hasta N., N.), y, después de una breve pausa, para encomendar a algunas personas en particular y nominalmente, prosigue lo demás:

P: Memento Domine famulorum, famularumque tuarum N. et N. et omnium circumstantium, quorum tibi fides cognita est, et nota devotio, pro quibus tibi offerimus: vel qui tibi offerunt hoc sacrificium laudis pro se, suisque omnibus: pro redemptione animarum suarum, pro spe salutis et incolumitatis suae : tibique reddunt vota sua aeterno Deo vivo et vero.
Acuérdate, Señor, de tus siervos y siervas N. y N...., y de todos los circunstantes, cuya fe y devoción te son conocidos; por los que te ofrecemos, o que ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, por sí y por todos los suyos, por el rescate de sus almas, y por su salud y bienestar corporal; y que también te tributan sus homenajes a Ti, Dios eterno, vivo y verdadero.

20. - Conmemoración de los Santos

Para que la oración de la Iglesia militante sea mejor atendida por Dios Padre, invoca ahora el Celebrante la intercesión de la Sma. Virgen y de los Santos de la Iglesia triunfante, en cuyo honor se ofrece también este Sacrificio:

Communicantes, et memoriam venerantes, in primis gloriosae semper virginis Mariae genitricis Dei et Domini nostri Jesu Christi: sed et beati Joseph, ejusdem virginis sponsi et beatorum Apostolorum ac martyrum tuorum, Petri et Pauli, Andreae, Jacobi, Joannis, Thomae, Jacobi, Philippi, Bartholomaei, Matthaei, Simonis et Thaddaei: Lini, Cleti, Clementis, Xysti, Cornelii, Cypriani, Laurentii, Chrysogoni, Joannis et Pauli, Cosmae et Damiani, et omnium sanctorum tuorum: quorum meritis precibusque concedas, ut in omnibus protectionis tuae muniamur auxilio. Per eumdem Christum Dominum nostrum. Amen.
Unidos por la comunión de los Santos*** y honrando , primeramente, la memoria de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, Señor y Dios nuestro, y la de tus bienaventurados Apóstoles y Mártires: Pedro y Pablo, Andrés, Santiago, Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo, Lino, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisogono, Juan y Pablo, Cosme y Damián, y de todos tus Santos; te pedimos, por sus meritos e intercesión, nos concedas ser fortalecidos en todo con el auxilio de tu protección. Por el mismo Jesucristo N. S. Así sea

Jesucristo, nuestra Víctima

Cumplido el deber de caridad de encomendar a Dios a la Iglesia militante y triunfante, el Celebrante concentra toda la atención sobre el Cáliz y la Hostia, y extiende sobre ellos ambas manos como para descargar sobre Jesucristo todos nuestros pecados y responsabilidades y constituirlo nuestra Víctima.

Hanc igitur oblationem servitutis nostrae, sed et cunctae familiae tuae, quaesumus, Domine, ut placatus accipias : diesque nostros in tua pace disponas, atque ab aeterna damnatione nos eripi, et in electorum tuorum jubeas grege numerari. Per Christum Dominum nostrum. Amen.
Por lo mismo, Señor, te rogamos te dignes admitir favorablemente esta ofrenda en testimonio de nuestra dependencia y de toda tu familia: y hacer que pasemos, en paz contigo, los días de nuestra vida, que nos veamos libres de la condenación eterna y seamos por Ti incluidos en el número de tus escogidos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Así sea.

El Celebrante hace algunas señales de la cruz sobre el pan y el vino. El monaguillo toca la campanilla y, en las Misas rezadas, sube a la grada para levantar la casulla desl sacerdote, facilitándole así sus movimientos.

Quam oblationem tu, Deus, in omnibus, quaesumus benedictam U adscriptam U , ratam U rationabilem, acceptabilemque facere digneris: ut nobis Corpus U et Sanguis U fiat dilectissimi Filii tui Domini nostri Jesu Christi.
La cual ofrenda, suplicamoste, oh Dios, te dignes ordenar sea ben U dita, adscri U ta, ratifi U cada, racional y agradable: de suerte que se convierta, para nuestro provecho, en el Cuer U po y San U gre de tu muy amado Hijo Jesucristo, Nuestro Señor.

Consagración y elevación de la Hostia

Ha llegado el momento más solemne de la misa. Por orden del Señor se va a renovar la última Cena. "El Sacrificio que se ofrece sobre el altar, dice el Concilio de Trento, es el mismo que fue ofrecido sobre el Calvario: es el mismo Sacerdote, la misma Víctima". Aunque nuestro Señor se halla todo entero bajo cada una de las Especies consagradas, puesto que ya no puede morir, el pan es cambiado en el Cuerpo de Jesucristo y el vino en su Sangre. De un modo incruento, aunque maravilloso, hállase sobre el altar representado el monte Calvario, en el cual la Sangre de Jesús quedó separada de su sagrado Cuerpo El Sacerdote toma primero la Hostia con ambas manos, diciendo y haciendo lo que el siguiente texto evangélico indica, y, después de consagrarla, la eleva, para adorarla él y ofrecerla a la adoración de todos los asistentes:

QUI PRIDIE QUAM PATERETUR, ACCEPIT PANEM IN SANCTAS AC VENERABILES MANUS SUAS: ET ELEVATIS OCULIS IN COELUM AD TE DEUM PATREM SUUM OMNIPOTENTEM, TIBI GRATIAS AGENS, BENEDIXIT †, FREGIT, DEDITQUE DISCIPULIS SUIS, DICENS: "ACCIPITE ET MANDUCATE EX HOC OMNES :
EL CUAL, LA VÍSPERA DE SU PASIÓN, TOMÓ UN PAN EN SUS SANTAS Y VENERABLES MANOS, Y LEVANTANDO LOS OJOS AL CIELO EN DIRECCIÓN A TI, OH DIOS, SU PADRE OMNIPOTENTE, DÁNDOTE LAS GRACIAS, LO BEN U DIJO, LO PARTIÓ U SE LO DIO A SUS DISCÍPULOS, DICIENDO: TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL

HOC EST ENIM CORPUS MEUM

El ayudante toca la campanilla al hacer el Sacerdote la genuflexión, al elevar la Hostia y al arrodillarse de nuevo. La elevación de las sagradas Especies después de la Consagración fue y será una protesta contra los herejes que negaban y niegan la presencia real. La S. Congregación de la Penitencia concedió una indulgencia de 7 años a los que mirando a la Hostia, dijeren con Santo Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!".

Consagración y elevación del Cáliz

El Celebrante toma ahora con ambas manos el Cáliz, diciendo y haciendo lo que el siguiente texto evangélico indica, y después de consagrarlo, lo eleva, para adorarlo él y ofrecerlo a la adoración de los asistentes:

SIMILI MODO POSTQUAM COENATUM EST, ACCIPIENS ET HUNC PRAECLARUM CALICEM IN SANCTAS AC VENERABILES MANUS SUAS: ITEM TIBI GRATIAS AGENS, BENEDIXIT  DEDITQUE DISCIPULIS SUIS, DICENS : "ACCIPITE ET BIBITE EX EO OMNES:
DE IGUAL MODO, AL TERMINAR LA CENA TOMÓ TAMBIÉN ESTE PRECIOSO CÁLIZ EN SUS SANTAS Y VENERABLES MANOS, Y DÁNDOTE DE NUEVO GRACIAS, LO BENDI JO, Y SE LO DIO A SUS DISCÍPULOS, DICIENDO: TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL.

HIC EST ENIM CALIX SANGUINIS MEI, NOVI ET AETERNI TESTAMENTI: MYSTERIUM FIDEI, QUI PRO VOBIS ET PRO MULTIS EFFUNDETUR, IN REMISSIONEM PECCATORUM, HAEC QUOTIESCUMQUE FECERITIS IN MEI MEMORIAM FACIETIS

Ya está obrado el milagro de la transubstanciación. Lo que hay ahora sobre el altar ya no es pan ni vino, sino el verdadero Cuerpo y Sangre del Señor. Jesucristo está aquí vivo y glorioso, como en el cielo. Eso enseña la fe y eso debemos creer, aunque a nuestros sentidos les parezca otra cosa. Lo creemos, porque Dios nos lo asegura y Dios no puede engañarnos.

Conmemoración de la Pasión, Resurrección y Ascensión del Señor

La Víctima está inmolada sacramentalmente; el sacerdote va a ofrecerla al Padre, recordando el encargo de Jesús y los principales misterios de la vida del Salvador. Continúa con los brazos estendidos:

Unde et memores Domine, nos servi tui, sed et plebs tua sancta, ejusdem Christi Filii tui Domini nostri tam beatae passionis, nec non et ab inferis resurrectionis, sed et in coelos gloriosae ascensionis: offerimus praeclarae majestati tuae de tuis donis ac datis, hostiam U puram, hostiam U sanctam, hostiam U immaculatam, Panem U sanctum vitae aeternae, et Calicem U salutis perpetuae.
Por lo cual, oh Señor, acordándonos nosotros tus siervos y tu pueblo santo, así de la dichosa Pasión de tu mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo, como de su resurrección del sepulcro, y de su gloriosa Ascensión a los cielos: ofrecemos a tu Majestad, de entre tus dones y dádivas, una Hostia U pura, una Hostia U santa, una Hostia U inmaculada, el Pan U santo de la vida eterna y el Cáliz U de perpetua salvación

Si Dios aceptó los sacrificios del Antiguo Testamento, figuras tan sólo del Sacrificio del Calvario, con mayor motivo aceptará el del altar.

Supra quae propitio ac sereno vultu respicere digneris: et accepta habere, sicuti accepta habere dignatus es munera pueri tui justi Abel, et sacrificium patriarchae nostri Abrahae: et quod tibi obtulit summus sacerdos tuus Melchisedech, sanctum sacrificium, immaculatam hostiam.
Sobre las cuales ofrendas dígnate mirar con ojos favorables y semblante apacible, y aceptarlas como tuviste a bien aceptar los dones de tu siervo el inocente Abel, y es Sacrificio de nuestro Patriarca Abrahán, asi como también el que te ofreció tu Sumo Sacerdote Melquisedec: sacrificio aquel santo, hostia inmaculada.

El sacerdote se inclina profundamente, y recuerda que la Hostia inmolada en el altar de nuestras Iglesias es aquel Cordero "inmolado" que está en el cielo sobre el altar de oro "delante del trono de Dios" (Apoc. 3.) Comulgar de tal Hostia es sentarse en la mesa del Padre celestial, con quien Jesucristo nos ha reconciliado mediante el sacrificio de la cruz y del altar.

Supplices te rogamus, omnipotens Deus; jube haec perferri per manus sancti Angeli tui in sublime altare tuum, in conspectu divinae majestatis tuae: ut quotquot ex hac altaris participatione, sacrosanctum Filii tui Corpus † et Sanquinem † sumpserimus omni benedictione coelesti et gratia repleamur. Per eumdem Christum Dominum nostrum. Amen.
Humildemente te suplicamos, oh Dios todopoderoso, que mandes transportar estas ofrendas por manos de tu santo Ángel a tu altar celestial y hasta el acatamiento de tu divina Majestad: a fin de que todos cuantos, comulgando en este altar, recibiéremos el santo Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, seamos colmados de todas las bendiciones y gracias celestiales. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.

"Memento" de los difuntos

El sacerdote ruega ahora por los difuntos. "Las almas del purgatorio son aliviadas durante el Sacrificio ofrecido a su intención", dice S. Jerónimo.

Memento etiam, Domine, famulorum famularumque tuarum N. et N. qui nos praecesserunt cum signo fidei, et dormiunt in somno pacis. P: Ipsis Domine, et omnibus in Christo quiescentibus, locum refrigerii, lucis et pacis, ut indulgeas, deprecamur, per eumdem Christum Dominum nostrum. Amen
Acuérdate también, Señor, de tus siervos y siervas N... N..., que nos han precedido con la señal de la fe y duermen el sueno de la paz. A ellos. oh Señor, y a todos los que descansan en Cristo, rogamoste los coloques en el lugar del refrigerio, de la luz y de la paz. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Así sea.

Oración por nosotros, los pecadores

Luego se da un golpe de pecho, y une al recuerdo de la Iglesia purgante el de la militante y triunfante.

Nobis quoque peccatoribus famulis tuis, de multitudine miserationum tuarum sperantibus, partem aliquam et societatem donare digneris, cum tuis sanctis Apostolis et Martyribus: cum Joanne, Stephano, Matthia, Barnaba, Ignatio, Alexandro, Marcellino, Petro, Felicitate, Perpetua, Agatha, Lucia, Agnete, Caecilia, Anastasia, et omnibus sanctis tuis : intra quorum nos consortium, non aestimator meriti, sed veniae, quaesumus, largitor admitte.
Per Christum Dominum nostrum.
Amen .
También a nosotros, tus siervos pecadores, que confiamos en la abundancia de tu misericordia, dígnate darnos participación y entrada con tus Santos Apóstoles y Mártires: con Juan, Esteban, Matías, Bernabé, Ignacio, Alejandro, Marcelino, Pedro, Felicidad, Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia, y todos tus Santos: en cuya compañía te rogamos nos admitas, no en atención a nuestros meritos, sino por tu gran misericordia. Por Jesucristo Nuestro Señor. Así sea.

Y trazando tres veces la señal de la cruz sobre la Hostia y el Cáliz, el Sacerdote prosigue diciendo:

Per quem haec omnia, Domine, semper bona creas, sanctificas U vivificas U benedicis U et praestas nobis
Por quien siempre produces, oh Señor, todos estos bienes, los santi U ficas, los vivif U icas, los ben U dices y nos los otorgas.

Fin del "Canon" y pequeña elevación

Y con cinco nuevas bendiciones (esta vez con la Hostia consagrada) y la siguiente fórmula de alabanza o dosología, termina la serie de preces que componen el "Canon":

PER IPSUM † , ET CUM IPSO † , ET IN IPSO † , EST TIBI DEO PATRI † OMNIPOTENTI, IN UNITATE SPRITUS † SANCTI, OMNIS HONOR ET GLORIA.
Sacerdote: Per omnia saecula saeculorum.
Monaguillo: Amen.
POR ÉL  Y CON ÉL  Y EN ÉL  A TI, DIOS PADRE OMNIPOTENTE, EN UNIÓN CON EL ESPÍRITU  SANTO, SE DIRIGE TODO HONOR Y GLORIA.
Sacerdote: Por todos los siglos de los siglos.
Monaguillo: Así sea

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